La verdad y la justicia no pueden ser acalladas

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Dicen que Añez trató de suicidarse el último sábado por la mañana. Dicen tantas cosas…

Una fotografía suya con ambos brazos cubiertos parcialmente por vendajes recorrió las redes y los medios de comunicación, acompañada por una plétora de opinadores opuestos al MAS indignados por la situación de la ex presidenta de facto. Lo curioso es que el hecho se dio sólo unos días después de que una importante misión internacional compuesta por profesionales de inobjetable capacidad revelara la sistemática violación de derechos humanos durante el corto mandato de la histérica ex mandataria de dudosas credenciales constitucionales.

Uno pensaría que su quiebre emocional fue un efecto de las revelaciones que el informe del Grupo Internacional de Expertos Independientes (GIEI) proporcionaba a la opinión pública, que incluían desde masacres y ejecuciones extrajudiciales hasta casos de tortura y delitos sexuales, cometidos en su mayor parte durante los primeros días de su gobierno. Pero lo más probable es que sus acciones hayan sido una premeditada, aunque a la vez improvisada, actuación para llamar la atención de los representantes de organismos internacionales que habían volcado su atención hacia Bolivia a raíz de los resultados de la investigación del equipo internacional mencionado.

Al parecer, su estrategia funcionó, no tanto por la brillantez de su ejecución sino por el entusiasta concurso de los medios de comunicación dominantes, que no tuvieron problema alguno en omitir en su agenda los hallazgos de la comisión que, de hecho, fue pactada por la propia dictadora. Para mayor ironía, todo esto se da después de recordarse los 50 años del golpe de Estado de Hugo Banzer, cuyo régimen de terror quedó impune. ¿Una advertencia?

Así, a pesar del dolor de las víctimas de las masacres de Sacaba y Senkata, de los familiares de los ejecutados en otras partes de Bolivia, y de los miles de encerrados y torturados, los políticos de la oposición al gobierno y no pocos hacedores de opinión han decidido acallar las voces que denuncian el delito cometido. ¡Y lo hacen al mismo tiempo que toman otras partes del informe de menor relevancia! Sin duda, una burla a los valores democráticos y hasta humanistas de la sociedad boliviana, que tampoco son tantos como nos gustaría pensar.

Estamos, entonces, ante el despliegue de una estrategia mediática de meridiano cinismo y poca sutileza en su ejecución. La consigna es menospreciar los hallazgos de la comisión del GIEI, desviar la atención hacia otros aspectos de la coyuntura, como el supuesto intento de suicidio de Añez, y lograr enterrar todo el asunto ante la opinión pública. El objetivo: la impunidad, en diversos grados, pero general para todos los que hicieron posible el golpe de Estado, y más que ello, el asesinato de ciudadanos bolivianos. Nuestra respuesta, lógicamente, debe ser la denuncia abierta y enérgica de ésta estrategia, la denuncia contra los medios de comunicación que forman parte de éste delito alto, fuerte y sostenido.

Lo último es importante. Ellos apuestan a la limitada memoria de las “masas” de oyentes de los medios. Parten del supuesto de que a las personas la verdad les importa menos de lo que dicen, y que se distraen inevitablemente después de un corto lapso. Puede que así sea, pero dicha estrategia es efectiva sólo si la verdad se resigna al silencio. Por ello, debemos remarcar, en cada espacio a nuestra disposición, en cada esquina, que lo que hubo en Bolivia no fue sólo un golpe de Estado, que no sólo políticos salieron afectados de él, sino que hubo masacre, asesinato, tortura, violación, acoso sexual y todo tipo de calamidades políticas que ninguna sociedad democrática toleraría.

No dejemos que nos callen.

En cuanto a los gritos de Añez, sólo pensemos en lo siguiente: aun aceptando que su colapso nervioso hubiese sido genuino, no sería una explosión de culpa por lo inconmensurable de su crimen (haber promulgado el decreto de la muerte 4078), sino un gemido de cobardía. Como el que el asesino exclama cuando se dicta su condena. ¡Justicia!

Carlos Moldiz – Colectivo Revolucionario Plurinacional

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