HABLEMOS DE LOS QUE MATAN

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Piden  reconciliación a cambio de silencio, reclaman respeto a los  derechos humanos de los victimarios olvidando a  las víctimas, quieren cómplices para  la  impunidad y el olvido, exigencias machaconas que son  una afrenta a todo el pueblo. No podemos, no debemos callar, hablemos de los que matan[i] .

En septiembre de 1977 Marcelo Quiroga Santa Cruz participó de un encuentro propiciado por la WOLA Institución Religiosa Ecuménica dedicada a las Derechos Humanos en los Estados Unidos,  la reunión era  para analizar la violación de derechos humanos en América Latina, era  la época del gobierno de Jimmy Carter que se caracterizó por  una política exterior que situó los derechos humanos entre sus prioridades, lo cual sin embargo,   no evito que  asesinen al Monseñor Arnulfo Romero en el Salvador y al propio Marcelo Quiroga Santa Cruz en Bolivia[ii]. Primera lección, no basta proclamar la defensa de los derechos humanos para impedir los Golpes de Estado.

Precisamente, la  intervención de Marcelo en ese evento fue  explicar   que lo fundamental era buscar las causas determinantes de los Golpes de Estado,  que un recuento de los DDHH violados y  a los violadores de ellos era  importante pero no era lo  principal, puesto que los hechos que se dieron (masacres, corrupción,  el propio golpe y sus autores) sólo pueden explicarse por una causa anterior o superior que los justifica.

Las violaciones a los derechos humanos son consecuencias no causas.

¿Cuáles es la causa? la política económica, social e internacional desarrollada por estos sectores, políticas absolutamente contrarias a los intereses populares y nacionales del país y que se impone a pesar de la condición minoritaria de los sectores sociales cuyos intereses representan y defienden. Así sucedió con  los militares en los 60 y 70, es lo que se repite en Noviembre del 2019.

Para Samuel Huntington, que ha sido miembro del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, el golpismo es una estrategia propia de minorías caracterizadas por su acceso preferente a los resortes más sensibles del poder político. Los  golpes sólo pueden  ser realizados  «por un grupo que participa en el sistema político existente y que posee bases institucionales de poder dentro del sistema. En particular el grupo instigador necesita del apoyo de algunos elementos de las fuerzas armadas»[iii]. Es por demás sabido  a estas alturas cómo el grupo instigador del Golpe en Noviembre del 2019  logró el apoyo de elementos de la policía y del ejército, basta recordar las declaraciones de Camacho respecto al rol que jugó su padre.

Los Golpes de Estado pueden cambiar de forma y lo han hecho, lo que no varían son las causas.  En el pasado los militares, tras haber actuado en favor de tal o cual facción, tomaban el poder, actualmente regresan a sus cuarteles y los policías amotinados vuelven al cauce institucional, lo que ningún modo permite obviar que apoyaron  los intereses de una minoría.

Esta su condición de minorías es lo que explica su defensa intransigente y lindando al paroxismo del famoso “respeto a los minorías”, como si ese respeto fuera la esencia de la democracia, pero, al mismo tiempo, es el pretexto para prevaricar el sentido común de la  democracia y su fundamento,  la soberanía, tal como sucedió con la Asamblea Constituyente en el año 2009, cuando  los  intentos desestabilizadores que tienen  su punto más alto  con la llamada Masacre de Pando o de Porvenir y con los sucesos de la Calancha en Sucre,  donde sesionaba la Asamblea Constituyente y se impone una salida negociada. El MAS cede, y se negocia el proyecto de Constitución de la Asamblea Constituyente con las fuerzas opositoras en el Congreso, donde la derecha tiene mayoría amplia en el Senado y se cambia más de 100 artículos. Se aprueba la Nueva Constitución y es ratificada luego por plebiscito. La pregunta que surge es, cuál el precio del “desprendimiento” de la mayoría en favor de la minoría para lograr la pacificación, la respuesta,  mayores concesiones a las clases dominantes  hasta el momento propicio del nuevo zarpazo golpista.

De aquí proviene la segunda lección,  la coacción y el chantaje para imponer la voluntad de estas minorías por sobre las mayorías nacionales, es la antesala de la peor de las corrupciones, la corrupción política, aquella  de considerarse  titulares  del ejercicio del poder político y ejercerlo sin tomar en cuenta  a la referencia primera y última,  la comunidad política o pueblo, ese convencimiento corrupto es el motor del Golpe de Estado en Noviembre del 2019 y el desenlace de ese gobierno espurio.

De manera violenta y abrupta  se buscó dar  fin a un periodo de democratización de los espacios públicos y  el gobierno interino golpista puso de manifiesto la verdadera causa de su regreso al poder,  restaurar los privilegios de las élites, de otorgar los recursos estratégicos nacionales al capital privado extranjero y de golpear de manera sensible los ingresos de las mayorías nacionales.

Si hemos asimilado las enseñanzas de las etapas más críticas de los años anteriores, ha llegado la hora de poner fin a la usurpación de la soberanía del pueblo de aquellos autoproclamados  portavoces de la “sociedad civil” que  a título de expresar su descontento, buscan el  ejercer poder político a nombre de las minorías,  no solo para ignorar al pueblo  sino para ejercer el poder en contra de él. 

F.Insurgentes

 

 

[i] Parafraseando el título del libro de Marcelo Quiroga Santa Cruz Hablemos de los que Mueren  (1984. Ed. Tierra del fuego, México).

[ii] La denominada “Doctrina Carter” en el fondo era  una ofensiva geopolítica para contrarrestar la presencia comunista por todo el globo. La doctrina preveía el fomento de la democracia y los derechos humanos en el mundo como primera arma ideológica. Estados Unidos no apoyaría a más dictadores como mal menor para evitar el comunismo. Los países que aspirasen a una relación privilegiada debían presentar estructuras políticas democráticas.

[iii] Eduardo. González Calleja.HyP05.pdf

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