Un camino extraviado

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En su declaración del 28 de mayo un ejecutivo de la Comibol anunció la postergación de la puesta en marcha de Karachipampa por la falta de concentrados de plomo y plata, dijo que la solución era la importación del mineral.

Bolivia produce tres veces más de concentrados que la capacidad de la Fundición de Karachipampa. Es decir, sigue la libre exportación de concentrados de minerales, olvidando que la Constitución Política del Estado Plurinacional y la Ley de Minería supeditan la exportación de minerales al abastecimiento de las fundiciones nacionales, y desconociendo que los contratos mineros establecen que el Estado no pierde la propiedad del mineral.

Igualmente la Comibol tiene minas que producen plomo-plata que están siendo trabajadas por “socios”, donde en el directorio la Comibol es mayoría. ¿Por qué no disponer de estos recursos, pensando en el bien nacional, y no en los intereses de los “socios” que pagan por la fundición en el exterior más del 50% del valor bruto de venta?

Cuando el presidente Evo Morales visitaba Corea del Sur, los anfitriones le invitaron a visitar una fundición de zinc. Allí se procesaba el mineral de Bolivia, le mostraron las bondades de la planta que entre otros elementos valiosos recuperaba el indio. Sorprendido por el nombre se gastó una broma, para luego preguntar el precio de la planta: $us 400 millones, le informaron. Ni corto ni perezoso, exclamó “lo compro”. La respuesta fue tajante: esta planta no se vende, significa para nosotros 20.000 puestos de trabajo. Esto muestra la naturaleza del competidor que no admite la fundición en el país.

Cuando los mineros nacionalizaron las minas (1952), su sorpresa fue que los concentrados de estaño seguían siendo fundidos por Patiño, su poder estaba no solo en las minas, sino también en las fundiciones y el sistema comercial. Solo un militar patriota, Ovando Candia, en el breve interinato de 1966, a puertas cerradas, firmó la creación de la Empresa Nacional de Fundiciones (ENAF). Consumado el hecho, recibió una llamada del embajador de Estados Unidos, que siempre se opuso a las fundiciones, ofreciendo su colaboración. La respuesta: el trato ya estaba cerrado con Alemania.

El éxito relativo de la fundición de estaño —relativo en cuanto la Comibol quedó como vendedor minero y subvencionó las operaciones de la ENAF— llevó a plantearse las fundiciones de bismuto, antimonio y plomo. En el caso del plomo, se eligió a Karachipampa como el lugar y para la construcción a la empresa que hizo Vinto; pero fue sobredimensionada y cuando se concluyó la construcción no había mineral que fundir. Por ello, la Comibol tuvo que acopiar el mineral necesario para su puesta en marcha y rehabilitar varias minas. En ese momento concluyó el ciclo de Estado productor con el DS 21060 en agosto de 1985, que prohibía al Estado nuevos emprendimientos y declaraba la libre comercialización de los minerales. Así la planta, entregada en 1984, nunca funcionó.

Cuando empezó el “proceso de cambio”, la planta estaba arrendada a una empresa norteamericana que se comprometió a ponerla en marcha, lo que nunca ocurrió, pero sirvió para que, contrato en mano, ponga a la venta las acciones en la Bolsa. Romper el contrato llevó una larga negociación y costo para la Comibol, volviendo a manos del Estado en 2011.

Después de dos años la planta entró en funcionamiento, mostrando deficiencias. La emisión de gases ácidos oxidaba aceleradamente el caldero de enfriamiento. La primera puesta en marcha funcionó 20 días, se blindó el caldero y la segunda marcha duró 45 días; se realizó una tercera reparación, estando pendiente su arranque: el problema no es la solidez del caldero, sino el descontrol de los gases. La solución es un nuevo horno con material adecuado que pueda regular el control de la temperatura.

Como parte del proceso de superación del extractivismo se licitaron dos plantas hidrometalúrgicas de zinc, el principal mineral de exportación del país. En dos ocasiones se llegó a la adjudicación, pero fueron anuladas por incumplimiento de las normas de contrataciones del Estado, que no contemplan una modalidad donde el financiador es el proponente. ¿Qué garantía se debe pedir al que presta el dinero?, la burocracia ahogó un anhelo nacional.

En Bolivia no faltan los concentrados para una fundición, sino asegurar la entrega de los mismos. ¿Cómo lograr la puesta en marcha de nuevas fundiciones, contra viento y marea? No solo se trata de tener una política clara y hoja de ruta única, sino que todos los actores se movilicen tras el mismo objetivo.

José Pimentel Castillo fue dirigente sindical minero

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