Por un antiimperialismo renovado

Comparte:

En lo referente a la posición política que deben tener los bolivianos respecto al gobierno de los Estados Unidos, el campo mediático puede dividirse en tres categorías: negacionistas, apologistas y antagonistas (indiferentes no cuentan, obvio). El declive del imperialismo estadounidense perceptible desde hace poco más de una década amenaza con arrastrar consigo a toda la región, por lo cual es ineludible que los bolivianos asuman una posición al respecto.

Ningún latinoamericano debería ser ajeno a las consecuencias de la intervención imperialista en ésta parte del mundo, ni tampoco al término mismo de “imperialismo”. No obstante, puede advertirse una explícita intención de encubrir la existencia de éste fenómeno en las secciones de opinión y líneas editoriales de varios medios de comunicación, que, bajo una pretendida fachada de neutralidad e incluso academicismo, intentan tapar el sol con un dedo y desprestigiar todo intento serio de denuncia al respecto.

Están, también, aquellos que reconocen las intenciones del imperio estadounidense en la región, pero consideran que su dominación hemisférica es benevolente, refiriéndose a ella como “liderazgo”, y justificándola a partir de todo tipo de criterios, desde económicos hasta políticos y culturales; están, finalmente, aquellos que juzgan inaceptable el hecho de que un Estado pretenda intervenir en los asuntos internos de otro, recordando el rol particularmente destructivo que ha tenido Estados Unidos en la historia de nuestra región.

Finalmente, estamos quienes denunciamos no sólo las intervenciones pasadas y presentes del imperio, sino que condenamos su sistema de apropiación de riquezas y dominio planetario como un todo. No somos tan pocos como se suele pensar, pero sí somos menos prolijos en recursos y financiamiento como los dos anteriores, razón por la cual nuestras acusaciones deben exclamarse más fuerte y claramente.

Nuestra generación está a punto de ingresar a un nuevo periodo de la historia universal y latinoamericana, que se asemejará mucho a las tres décadas que duró la Guerra Fría, debido a que el ascenso económico chino y el protagonismo pivotal ruso de los últimos años no harán más que agudizar la agresividad estadounidense en todo el mundo, pero particularmente en Latinoamérica, una región estratégica y primordial para el imperio, y no un territorio de segunda importancia. Atilio Borón es claro al respecto: a los gringos les preocupa mucho que suceda en lo que consideran su patio trasero, y no están dispuestos a ceder terreno.

Ante semejante desafío, no podemos limitarnos a repetir las consignas anti imperialistas de nuestros padres y abuelos. Debemos ofrecer, además, evidencia empírica acerca de porqué el intervencionismo gringo es tan peligroso para los intereses de nuestra región, así como rebatir aquellas posiciones que pretenden hacernos creer que si nos dominan es por nuestro bien. Bruce Bueno de Mezquita, un politólogo gringo que no puede ser considerado ni por asomo un hombre de izquierda, señaló a través de varios trabajos suyos, que las “intervenciones humanitarias” de los EEUU nunca han impuesto ni consolidado democracias, algo que deberíamos recordarle a todos esos jovencitos que se arrodillaban en las puertas de los cuarteles cuando el MAS ganó las elecciones de octubre del año pasado aplastantemente, y a todos esos líderes de opinión que actualmente abogan por ese tipo de soluciones en Venezuela o Cuba.

Estamos en medio de un momento decisivo de la batalla por las ideas.

 

Carlos Moldiz – Colectivo Revolucionario Plurinacional

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *