LA SEGUNDA FASE DEL GOLPE ESTA EN MARCHA

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Día que pasa Jeanine Añez en el gobierno, es un nuevo día en que se agrava la crisis sanitaria y también la crisis económica. Y, como toda crisis,  no puede durar de manera indefinida, por eso todos los actores políticos proponen vías de solución, que obviamente tienen que ver con un proyecto político o con sus intereses, es decir, no existen salidas “desinteresadas”. Por tanto, para saber por dónde nos quieren llevar a los bolivianos tenemos que descubrir “los intereses” en cada una de las propuestas para que no nos vendan productos truchos.

Está en desarrollo la segunda parte del Golpe de Estado.

El bloque de poder que está en el gobierno y la derecha más conservadora, que representa los intereses económicos de la oligarquía, es decir de los banqueros, agroindustriales, los grandes empresarios de la minería y el comercio, etc., que además tienen como base social a sectores de la clase media racista y de ideología neoconservadora tiene como talón de Aquiles la convocatoria a elecciones. Sus expresiones políticas más nítidas son JUNTOS de  Añez – Doria Medina y CREEMOS de Camacho y su “Petardo” Pumari, sus intereses miserables les separa, pero les une su odio fóbico contra el MAS-IPSP y la sumisión incondicional al gobierno norteamericano.

Las encuestas electorales han demostrado que sus candidatos son inviables, jamás podrían ganarle al MAS-IPSP, por ello, no sólo rechazan la postergación de las elecciones, no quieren elecciones,  en realidad, no aceptan ninguna salida democrática. En este momento concentran sus fuerzas en impedir la realización de las elecciones, combinando todo tipo de acciones legales e ilegales.

Lo que existe es un proceso acelerado de fascistización, que cada vez más recurre a las instituciones coercitivas del Estado y a la justicia venal para continuar sosteniéndose en el poder y suprimir a sus contrincantes. Fueron ellos, los que han dejado que la pandemia se extienda con fines estrictamente políticos, para después responsabilizar a los sectores populares.

Es obvio que las elecciones no están en sus prioridades, sino conservar el poder para consolidar su proyecto regresivo. Reconstituir un Estado colonial renovado y una economía neoliberal con características nuevas.

En la disputa geopolítica que tiene EE.UU. con China y Rusia, los golpistas han asumido como suyos los intereses norteamericanos, que requiere materias primas que son claves para reconstruir su poderío económico y mantener su liderazgo militar y Bolivia tiene dos recursos estratégicos para este fin: el litio y la potencialidad de las tierras raras. Para ellos poseer estos recursos es una cuestión de vida o muerte, por ello la transnacional Tesla, como lo confesó uno de sus propietarios, financiaron con millones de dólares el golpe de Estado de noviembre de 2019.  Pero, también el control territorial de Bolivia, definido como un punto geopolítico vital para su predominio imperial en Sudamérica. Para eso requieren un gobierno títere, puesto que un gobierno soberano y patriota es un obstáculo para sus propósitos.

En materia económica y social, imponer las leyes del mercado (neoliberalismo), que frente a la grave crisis que ya se empieza a manifestar no es precisamente para atender los grandes problemas de la población como trabajo, alimentación, salud, vivienda o educación. Se trata de utilizar la pandemia para volver más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.

Para todo esto necesitan tiempo y, han puesto en marcha una segunda fase del golpe de Estado, que ya está en marcha:

 Las metas del golpe van de manera escalonada:

  • Ya consiguieron postergar las elecciones con las decisiones del TSE; ahora van por  quitarle la personería jurídica al MAS, o enjuiciar e inhabilitar a sus candidatos, o  anular la convocatoria a elecciones de manera indefinida.
  • Desconocer y aislar al único poder del Estado que tiene carácter democrático, y gobernar, como en toda dictadura, a través de decretos desconociendo las leyes y la CPE. Así ya lo hicieron con el ascenso de los Jefes militares, la recepción y utilización del crédito del FMI y también con la postergación unilateral de las elecciones. Después,   cerrar la Asamblea legislativa, o mantenerla como figura decorativa de una aparente democracia.
  • Esta fase del golpe cuenta ya con la complicidad del poder judicial y de los monopolios privados de los medios de comunicación, que han vendido su independencia y dignidad por un puñado de dólares.
  •  Han reactivado todo el aparato golpista, que tiene como centro neurálgico los servicios de espionaje de EE.UU, que inclusive tienen subordinado al Comando de las FF.AA. y de la Policía.
  • La reactivación de los comités cívicos para generar nuevas movilizaciones como destacamento de vanguardia de la nueva etapa golpista.
  • La reactivación de los grupos paramilitares como los motoqueros de Cochabamba, Unión Juvenil Cruceñista y otros grupos que están siendo entrenados militarmente; pretenden “saldar cuentas” con quienes son un obstáculo para sus propósitos
  • El desplazamiento de grupos de la Unión Juvenil Cruceñista a la ciudad de La Paz para realizar acciones de provocación.
  • Organización de grupos irregulares con personal militar, policial y civil para realizar acciones de terrorismo y atribuirle al MAS con el rótulo de “guerrillas”.
  • Infiltrar gente provocadora en las movilizaciones de los sectores populares para desvirtuar su carácter pacífico y democrático.
  • Penetrar en las organizaciones sociales y sindicales con el propósito de causar divisiones y fraccionamiento.
  • Utilizar periodistas venales para difundir noticias falsas o análisis políticos que causen desaliento o confusión en las filas populares.

La otra fracción de la derecha, que se proclama democrática, está representada por Carlos Mesa, que hace todo lo posible por diferenciarse sosteniendo que la salida debe ser con las elecciones, aún con la esperanza que con el “voto útil” pueda ganarle las elecciones al MAS. Pero sus convenios anteriores con los golpistas, como lo hizo público Camacho, le mantienen arrinconado y, como siempre, en posición ambigua.

Solo las movilizaciones populares pueden frenar el   nuevo golpe.

El centro estratégico de la derecha, está esperando de manera calculada los pasos que vayan a dar las organizaciones populares; tienen en su haber toda la experiencia acumulada el año pasado. Desde el campo popular, no hay que esperar el dispositivo clásico de un golpe de Estado. Las amenazas de Ministro Murillo es el anuncio de una arremetida represiva con ayuda del poder judicial. 

Las organizaciones sociales, indígena campesinas, sindicales, vecinales, etc.,  han declarado emergencia y movilización. Es necesario articular todas las fuerzas populares como la única vía para frenar la nueva ofensiva golpista.

Las consecuencias de la grave crisis que ya estamos empezando a vivir en el seno del campo popular no tienen solución con el actual gobierno de facto.  Se necesita  un gobierno legítimo que provenga de la consulta al soberano. Pero tampoco puede ser cualquier gobierno, la alternativa es,  con la movilización social y política, el retorno del poder al pueblo, es decir, un gobierno que tenga como intereses prioritarios los intereses del pueblo y la independencia y soberanía nacionales. Pero la realización de las elecciones pasa a primer lugar la movilización popular para derrotar los planes prorroguistas y golpistas de la derecha racista y fascista.

Hemos ingresado a una fase de decisión de la crisis, donde se están jugando dos alternativas, la consolidación del proyecto colonial y proimperialista o el proyecto de rescatar la patria para seguir el proceso de cambio por el rumbo anticolonial, antiimperialista y anticapitalista.  

En estas circunstancias es necesaria la unidad de todos los sectores, la unidad del pueblo que se debe expresar en una Dirección  política y social encabezado por las organizaciones matrices del campo popular y de sus expresiones políticas.

Para rescatar la Patria.
Para derrotar el golpismo y el coronavirus
UNIDAD, LUCHA Y MOVILIZACIÓN
Sólo el pueblo, salva al pueblo.

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