LA MARCHA POR LA VIDA DESDE MINA MATILDE

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Memorias de Guillermo Dalence ex dirigente de la F.S.T.M.B.

28 de agosto, hacen 34 años, 1986, Calamarca, pueblo chiquito sobre la carretera Oruro – La Paz, fue el lugar donde descansaban los diez mil trabajadores mineros que marchaban «por la vida», en protesta contra el neoliberalismo Decreto 21060. Pero, el gobierno del MNR, presidido por Víctor Paz Estenssoro, en pacto con ADN (lo que hoy son Jeanine Añez, Carlos Mesa, Tuto Quiroga, Camacho y todos los pititas) y el MIR de Paz Zamora. Pará impedir que la marcha llegue a La Paz, donde esperaba medio millón de hombres y mujeres, rodeo al pueblo con tropas y equipos militares del ejército, la naval, la fuerza aérea y la policía…
Los trabajadores de Mina Matilde, ubicada en el altiplano norte de La Paz, en la orilla del Lago Titicaca, marchábamos por la carretera La Paz – Copacabana, esa noche dormimos en Batallas y debíamos llegar a Palcoco para desayunar en un Centro de apoyo de Khana, donde nos invitaron. Al llegar a ese lugar, su director Antonio Aramayo, nos informó del cerco de Calamarca, del Estado de Sitio dictado y del peligro que corría nuestra libertad.
Éramos 60 marchistas, los últimos 29 que quedamos de la relocalización ejecutada en el mes de mayo, más maestros y estudiantes de la promoción del Colegio Martín Cárdenas de aquel año.
En asamblea vimos que una caravana de caimanes, camiones militares, con tropas de la fuerza naval acantonada en Chúa, pasó hacia La Paz, seguro a reforzar el cerco de Calamarca.
Resolvimos continuar la marcha y recibimos el apoyo de la gente que viajaba en vehículos. Llegamos a Patamanta, y fuimos homenajeados con una concentración y desfile escolar, además de un “aptapi”, preparado por las compañeras campesinas. Reiniciamos la marcha y llegamos a Vilaque para un descanso, allí nos alcanzaron compañeros relocalizados que vivían en El Alto, informando que nos esperaban en Río Seco y nos alojarían en el mercado. Pero, las noticias de Calamarca eran preocupantes, ya se había producido el apresamiento de periodistas y el corte de la trasmisión de las radios mineras.
Decidimos enviar dos compañeros a El Alto y contratar un colectivo, para garantizar nuestra llegada, en el trayecto nos cruzamos con los camiones “caimanes” del ejercito que iban en busca de nosotros. En Río Seco decidimos desconcentrar el grupo, pero al día siguiente 29 de agosto, a Hs. 9.00 a.m., nos reuniríamos en la Plaza Juana Azurduy de Villa Dolores, allí decidimos refugiarnos en la parroquia de Alto Tejar, donde se opuso a nuestro ingreso, sin lograrlo, el que hoy es obispo de Santa Cruz, Sergio Gualberty. Pero recibimos el apoyo de los padres oblatos y nos alojaron en su parroquia, donde dormimos una noche, la del 29, y en la noche del 30, con el apoyo de la Federación de Mineros que desde la clandestinidad nos ayudaron a contratar un camión, retornamos a Matilde…

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