DOSCIENTOS AÑOS BUSCANDO NUESTRA IDENTIDAD COMO BOLIVIANOS

Bolivia cumplió doscientos años desde su independencia. Independencia que solo queda en el nombre pues, como todos los países que se liberaron de las potencias europeas, salvo contados casos, como USA y Canadá, pasó a ser una determinada región donde una mercancía era imprescindible en el catálogo global, dependiente de los intereses del capital mundial. Doscientos años de libertad; ganada desde los levantamientos indígenas en contra de la corona española; las guerrillas que debilitaron al ejército español en Alto-Perú, permitiendo que las otras regiones que se encontraban disputando su libertad, la alcanzaran de manera más rápida que Bolivia. Sin embargo, existiendo aún el reconocimiento del libertador Bolívar, las luchas de los que fueron dueños de estas tierras antes de la invasión fueron negadas y nuevamente encubiertas, manipuladas por el mito de la modernidad. Podemos denominarla como la cuestión indígena, donde el Estado naciente, como producto de los ideales modernos, no vela dentro de su interpelación de la realidad más que la europea (Francia-Inglaterra-Alemania), occidente (si sumamos a los antes mencionados USA) cuyo horizonte de vida es designado mediante la divinidad y es, solamente, por medio de ella que se alcanzará la plenitud del desarrollo de la humanidad.

Esto creo limitaciones en el desarrollo histórico de nuestro país. En un amplio territorio no explorado, sin conexiones entre sus ciudades más representativas, el primer centenario Bolivia tuvo que afrontar invasiones de vecinos nuestros como Perú, Brasil, Argentina, Chile y Paraguay en búsqueda de ampliar su territorio o reclamar lo que para ellos constituía parte suya o de su historia. Perdiendo, de esta manera, más de la mitad del territorio con el que nació como Estado con los países anteriormente mencionados mediante tratados (Petrópolis – Brasil y Polo-Bustamante – Perú) y guerras (la denominada guerra de Tarija con Argentina); siendo la más traumática, en la primera centuria, la del Pacifico (1879), acontecida con Chile, definiendo la mediterraneidad de Bolivia. Sumando a todos estos nefastos acontecimientos, la guerra del Acre (1899-1903) suscitada con Brasil. Cabe preguntarse la razón de semejante sino de nuestra patria. Empero, un movimiento en los albores del siglo XX hizo recuerdo a las luchas del líder indígena Tupac Katari que apoyando a un determinado caudillo (Pando), se pensaba que la inclusión de lo indígena, olvidado en toda la centuria pasada iba a ser incluida, ahora sí, dentro de la historia de nuestro país. El movimiento, liderado por Zárate Willka, fue traicionado.

Cabe resaltar que, como el último ejemplo citado, existieron momentos en donde la cuestión indígena fueron reconocidas o, mejor dicho, fueron tuteladas por caudillos como fue el caso de Belzú. Empero en todo este periodo, Bolivia, no pudo concretar el horizonte de su historia, careciendo de proyectos políticos que definan de manera real su futuro. Solo fue banco de las élites donde las pugnas de poder se equilibraban con golpes de estado cada cierto tiempo, en favor de los caprichos del capital mundial.

Ya en el siglo XX y siguiendo la tradición de ser lugares de experimentos sociales, esto por la búsqueda encarnizada de petróleo y sus derivados a nivel mundial, sucedió la guerra que nos encontró por primera vez a todos los bolivianos, donde vimos de manera real nuestra diversidad, la falta de comunicación y conexión entre las diferentes regiones, pero que fue el fermento para un encuentro total y se hablará, por vez primera, de la bolivianidad. la Guerra del Chaco, fue la última en la que nos despojaron de parte de nuestro territorio, pero que inoculo lo que llegaría a ser la Revolución del 52. Revolución burguesa en toda la extensión de la palabra, pero necesaria para la consolidación del espíritu nacional. Los logros más sobresalientes que se generaron por esta revolución fueron el voto universal, la reforma agraria, nacionalización de las minas y el reconocimiento mutuo de lo boliviano. Sin embargo, por egos de sus liderazgos caudillistas quedo truncada, ante el desplome del partido que se constituyó como portavoz de esta revolución, instaurándose desde 1964 a 1981, una serie de golpes de estado que dejaron a Bolivia más depauperada que antes. Existiendo ciertos acercamientos con lo negado en Bolivia, la cuestión indígena, pero como siempre, solo fueron necesidades políticas esporádicas. Con la recuperación de la democracia se ingresó de 1985 a 2005 a una liquidación del aparato estatal por instrucciones de interpretaciones económicas impuestas desde el exterior proponiendo reformas de grandes economistas de escuelas como la austriaca o la de Chicago, como salvadores de las economías emergentes o subdesarrolladas, por medio de la liberalización de su economía nacional de todas ellas para poder llegar a un desarrollo capitalista más raudo. El pueblo soporto todos estos embates impulsados por intereses foráneos, ante la falta de liderazgo de sus dirigentes para con ellos. Sin embargo, ante la inepcia de estos, pensando que el pueblo carece de memoria, queriendo privatizar un derecho vital como lo es el agua y, un recurso que es importante a nivel mundial, el gas; se suscitaron levantamientos que terminaron con la ola neoliberal, llevando a la silla presidencial, por vez primera, a un representante de los siempre negados en la historia de Bolivia, los indígenas.

Fue recién en este periodo en que se vio la necesidad imperante de poder concretar el espíritu nacional del estado boliviano, se refundó la nación por medio del Estado Plurinacional de Bolivia, como menciona Marx:

“El Estado anula a su modo las diferencias de nacimiento, de estado social, de cultura y de ocupación al declarar el nacimiento, el estamento, la cultura y la ocupación como diferencias no políticas, al proclamar a todo miembro del pueblo, sin atender a estas diferencias, como copartícipe por igual de la soberanía popular, al tratar a todos los elementos de la vida real del pueblo desde el punto de vista del Estado.”[1]

Todo esto en la búsqueda de generar un Estado fuerte y vinculante, reconociendo las naciones indígenas y su papel constitutivo en la historia boliviana, tomándolas como ejemplo de lucha y de interpretaciones nuevas de la realidad y necesarias para la construcción del nuevo Estado político boliviano.  Desde nuestra interpretación del texto anteriormente citado, el papel del nuevo Estado era anular las diferencias, proclamando a todo miembro del pueblo coparticipe de la soberanía popular. Por tanto, el papel de este es el de aglutinador, cohesionador, interprete y creador de nuevas formas de interacción política en favor de un bien común para todas las visiones de nación que existan dentro de su horizonte[2]. Menciona, además:

“Allí donde el Estado político ha alcanzado su verdadero desarrollo el hombre lleva, no sólo en el pensamiento, en la conciencia, sino en la realidad, en la vida, una doble vida, celestial y terrenal; la vida en la comunidad política, en la que se considera como ser comunitario, y la vida en la sociedad burguesa, en la que actúa como particular, considera a los otros hombres como medios, se degrada a sí mismo como medio y se convierte en juguete de poderes extraños.”[3]

Resaltamos la parte de “la vida en la comunidad política, en la que se considera como ser comunitario”, pues la consideramos fundamental en la construcción del nuevo Estado plurinacional, desde la interpretación marxista de la historia, existen modos de producción que se subsumen al capital, pero que no desaparecen, como es el caso de lo comunitario sea en lo político, económico o social. Esta forma comunitaria prevaleció en los pueblos indígenas como en el ayni, minka y mita; formas comunitarias primordiales que se suscitan, sobre todo, en el área occidental del país, pero que poseen sus reproducciones en los pueblos orientales y en las demás naciones reconocidas en la nueva constitución del Estado.

Otro hecho constitutivo que Marx resalta en este texto es la diferencia del Estado Político con la sociedad burguesa, analizando las referencias de Bauer en cuanto a sus apuntes de la Filosofía del Derecho de Hegel:

“Precisamente su fundamento, la necesidad que asegura a la sociedad burguesa su existencia y garantiza su necesidad, expone su existencia a permanentes peligros, mantiene en ella un elemento inseguro y provoca aquella mezcla, sujeta a constantes cambios, de pobreza y riqueza, de penuria y prosperidad, provocan el cambio en general.”[4]

Escribiendo más adelante:

“La sociedad burguesa, en su contraposición al Estado político, se reconoce como necesaria porque el Estado político se reconoce como necesario.”[5]

La sociedad burguesa tuvo un papel fundamental en la construcción de las repúblicas en el siglo XIX, cuyas independencias fueron fruto de filósofos como Rousseau, Robespierre, Voltaire y otros. Cuyo parangón fueron las revoluciones de USA y Francia. Burguesía que nunca existió en Bolivia, como receptáculo e impulsor para la construcción de la bolivianidad; siendo imperativo, por tanto, el encontrar un nuevo sujeto histórico dentro del nuevo Estado, papel que recayó en lo indígena-comunitario, como sucedió con los soviets en Rusia. Lo que diferencia a la sociedad burguesa de lo comunitario es ello, la diferencia, centrada en el egoísmo, separación del ser humano de lo comunal.

La construcción del nuevo Estado, tuvo, como toda revolución, su reacción. Se impulso la formación de la media luna, medidas reaccionarias gestadas por los barones económicos del Oriente que tienen en sus manos la agroindustria y ganadería; también la petición de autonomías, incluso un Estado Federal, velando los intereses de unos pocos sobre muchos. Todo esto orquestado desde el ejecutivo paraestatal del Comité Pro Santa Cruz. A pesar de estos avatares se consolidó el Estado Plurinacional y se logró, en lo económico, la reducción de la pobreza, aumento del PIB per cápita, reducción de la deuda externa y del desempleo, inversión pública, aumento del salario mínimo.

Sin embargo, la geopolítica internacional iba en desmedro de los gobiernos progresistas de la región con casos como de Lenin Moreno en contra de la Revolución Ciudadana, el impeachment contra Dilma Rousseff y la parafernalia construida en contra de Cristina Fernández; además del bloqueo económico suscitado por USA en contra de Venezuela. Todo indicaba que el próximo en sufrir el embate sería Bolivia, pero se hizo caso omiso a lo evidente. Pero la caída sucedió tanto de manera externa, como de forma interna. El culto a la personalidad legitimo a la oposición a través del 21F. En las elecciones del 2019 ocurrieron ciertas “manipulaciones” que fueron el motivo para exaltar a la reacción. Se perdió lo que construyo el proceso de cambio, la lucha en las calles; se perdió la relación del mandar obedeciendo, por medio de la interacción del Estado con las naciones indígenas y los movimientos sociales, estos devenidos en corrupción por el envilecimiento del poder; se perdió el mando constitucional de las fuerzas coercitivas sugiriendo. ellas mismas, la renuncia del presidente de Estado; se perdió, por tanto, el horizonte de la bolivianidad quedando obnubilados por el goce de poder. Se tomo el camino de la guillotina, en vez de generar líderes desde y para el denominado Proceso de Cambio, propositivos, con pensamiento crítico y autocríticos.

La imagen de los líderes de la reacción fue patética, con Biblia en mano, no entendiendo que lo político necesita de una separación con lo espiritual. Citando nuevamente a Marx:

“El llamado Estado cristiano sólo es, sencillamente, el no-Estado, porque no es posible realizar en creaciones verdaderamente humanas el cristianismo como religión, sino sólo el fondo humano de la religión cristiana.”[6]

Banáusicos fueron sus esfuerzos de estos políticos que no entienden de manera total la Bolivia profunda. Lo espiritual queda relegado a lo privado en el momento que se constituye el Estado desde la interpretación burguesa. Lo ciudadano, como ellos lo denominan, queda en el campo práctico, en el campo político. Banáusicos también fueron sus esfuerzos para con la pandemia, sufriendo una caída económica de -8.73%, que tuvieron una repercusión en cuanto a salud. Instaurando para ello todo un aparato racista, desde que asumieron el poder.

“De hecho, para sectores fanatizados que creen que Bolivia se divide entre antimasistas y militantes del MAS, decir “masistas” es igual a decir “indios de mierda”. Así, sobre estos últimos se hacen memes o comentarios humillantes como si se tratase de subhumanos, animales o bestias, que apenas balbucearían un castellano con acento aymara. Asimismo, frases como “eso no es racismo, masiburros” o “no soy racista, solo estoy diciendo la verdad” son recurrentes. Pero esto no se limita a lo discursivo, sino que tiene que ver con hechos concretos, por ejemplo, las masacres en Senkata y Sacaba o el racismo en las prioridades humanitarias del “gobierno transitorio”.[7]

Negándose a si mismos como cristianos, pues la interpelación samaritana no posee una reproducción total dentro de su horizonte, solo como caridad y no como solidaridad. El otro, el negado no tiene valor para ellos, entonces el Estado que pretenden emerger se disuelve ni bien carecen de conocer de manera efectiva los fundamentos filosóficos-teológicos de lo que pregonan.

“El herido por los ladrones es ser humano: conocimiento de algo de la naturaleza, gnoseología. Existe como otro distinto de mí: gnoseología y ontología. Es ser humano: antropología filosófica. Es ser humano corpóreo: filosofía de la naturaleza. Demanda mi ayuda (aunque no la pida): ética. Existe como ser humano individual (ontología). No forma parte de un espíritu absoluto (ontología). No es parte de Dios (ontología).”[8]

Después de todo lo acontecido entre el 2019-2020, siendo más que todo un retroceso en cuanto a la cuestión indígena, el campo de lo nacional-popular tuvo una victoria fulminante en las elecciones de 2020. A pesar de volver a detentar el poder, la tarea era ardua, tras la estocada fatal que dejo el gobierno de facto en lo económico y en todos los avances logrados en los pasados 14 años. Empero no toda la culpa recae en el periodo de la pandemia y postpandemia. Bolivia ya acarreaba una desaceleración económica desde 2013, sumando a ello el déficit fiscal y su dependencia a determinadas materias primas, en este caso a los hidrocarburos. La solución fue la industrialización rauda del país. Los primeros dos años la reconstrucción boliviana marchaba por buen camino, pero las pugnas internas políticas del movimiento político más grande de la historia reciente boliviana jugo en contra. La melopea de la tragedia estaba ya en la palestra.

“En cambio, el bufón, cada vez que abre la boca entre una mueca de burla y una broma, siembra la sospecha, la maledicencia, la angustia, la alarma; para él el gran mecanismo es empujado por bestias infernales y las alas negras que asoman sobre la copa-ciudad indican una insidia que la amenaza desde dentro. El Rey debe seguir el juego: ¿acaso no le paga al Loco para que lo contradiga y le tome el pelo? Es una antigua y sabia usanza de las cortes que el Loco o Juglar o Poeta ejerzan su función de trastocar o ridiculizar los valores en los cuales el soberano basa su propio dominio, demostrándole que toda línea recta esconde un reverso torcido, todo producto terminado un desbarajuste de pedazos que no concuerdan, todo discurso seguido un bla bla bla.”[9]

Para asociar a los personajes que, en este momento, son parte de la problemática política actual, cabe señalar que las palabras, Juglar y Poeta, no lo tiene ninguno, ni las merecen; además que la palabra Rey no entra en juego tampoco, ya que vivimos en democracia, mellada, pero una democracia al fin. La crisis económica-política-social boliviana tiene mucha relación con este pequeño extracto de Calvino, pues se ve que un personaje político, parece no entender la realidad actual boliviana y que su pretendida labor de redentor solo queda vigente a sus acólitos más cercanos y cuyo asesoramiento carece, también, de un análisis crítico de esta; obnubilados por la imagen del personaje, sea por miedo o verdadera admiración, vaya uno a saber.

El otro personaje que, en este momento, lleva las riendas del poder nacional, aun siendo el que elaboró y creó el modelo económico boliviano -que, en la década pasada, rindió muchos beneplácitos al Estado boliviano-, genera admiración el que no pueda llegar a manejar y aplicar de manera efectiva su propia creación, haciéndonos preguntar si Aristóteles tenía razón en su pregunta de “¿Qué sociedad sensata entregaría su economía a los economistas?”. Formulando otra interrogante: ¿Quién entonces fue el que pudo con sagacidad y buena interpretación política, manejar las riendas del Estado boliviano, si ambos personajes no tienen capacidad política verdadera?

Desde el momento que el mandatario actual asumió su mandato, se evidenció que devendría una pugna de poder, no generada por él, sino por el líder histórico del MAS-IPSP, ahora denominado EVO-PUEBLO; detentando las riendas del MAS-IPSP, el primeramente aludido.

Volvemos a lo que una vez Marx escribió, que la historia se repite dos veces, primero como tragedia y luego como comedia. Lo trágico de la historia política boliviana, probablemente sea lo que ocurrió con otro partido político, otrora precursor de la revolución burguesa boliviana, que luego devino en ser el que entrego los recursos del Estado boliviano a manos de las transnacionales. Hecho paradójico, siendo el que generó la revolución antes mencionada, reivindicó la nación y la bolivianidad, producto de la lectura del país tras la guerra del Chaco. Este partido se fragmentó en los diversos líderes que algún momento lo conformaron y cuyo ego pugnó más, sobre los intereses nacionales, la megalomanía y el caudillismo, factores comunes en la política nacional, fueron determinantes en ello. Aunque el partido histórico quedó en manos del líder histórico; los otrora allegados a él, tuvieron que buscar otras siglas, aumentando alguna letra o generando nuevos bloques, partidos o coaliciones, quedando estancada la política boliviana en ellos por un lapso de 25 años.

Empero, a mediados de los 90, se suscitó la creación de un instrumento que no iba acorde a la temática partidaria tradicional y que en las siguientes elecciones fue aumentando su impactó en la política nacional cuyo punto álgido fue el 2005, tras muchos devaneos y crisis políticas, económicas y sociales, donde dio el triunfo al primer indígena electo como presidente del Estado. Este ente matriz, aglutinador de diferentes organizaciones que vieron en él la posibilidad de incidir en la política nacional de manera directa, llegando así a los diferentes aparatos estatales, cooptados por los partidos tradicionales, es el MAS-IPSP. Creyendo superadas las enseñanzas de la historia, la ruptura sucedió de manera inevitable. Lo cómico acá es que fue generada por su mismo líder histórico. Políticamente se advertía esto y ante lo evidente era necesario crear un bloque fuerte dentro del mismo instrumento, con nuevos líderes, cuadros generados desde todos los ámbitos de la pluralidad nacional y no enmarcados solamente a un espacio geográfico. Un partido dentro del partido, por así decirlo. Sumamente necesario, pues el culto a la personalidad solo se suscitó el siglo pasado y la denominada oposición carece de proyecto político, económico y social.

Cada vez que el líder histórico abre la boca genera maledicencia y siembra la sospecha, como en el extracto arriba escrito. Su pensamiento, ahora anquilosado, lo hace ver como los héroes de antaño sea un Katari o un Guevara. Creyendo enfrentarse con un gobierno neoliberal utiliza métodos que el movimiento popular, del que fue parte, aplicaba para debilitarlos, con bloqueos, siendo este su último error, tras 24 días en el que sentenció su imagen política, cavando su propia tumba. Mientras que los que están dentro del aparato estatal, tras la fuga de divisas generada por los capitales del oriente boliviano, quien sabe en coordinación con la denominada ala radical del partido de gobierno; la falta de carburantes -otra paradoja pues Bolivia era el país sudamericano con mayores reservas gasíferas- que medran la producción nacional; evidencian la falta de decisión y dirección política, el movimiento nacional popular carecía de un liderazgo político cabal en el instrumento.

Debemos ver que son tiempos de cambio, transformación y reflexión que amerita la reflexión del presente, sobre todo en lo económico. Por tanto, Hegel tiene razón para estos tiempos que nos toca vivir:

“No es difícil ver, por lo demás. que nuestro tiempo es un tiempo de parto y de transición hacia un período nuevo. El espíritu ha roto con el mundo anterior de su existencia y de sus representaciones, y está a punto de arrojarlo para que se hunda en el pasado, está en el trabajo de reconfigurarse”.[10]

Es el momento de reencausar, profundizar y radicalizar el proceso revolucionario boliviano. Y para esto, el aparato de asesores y equipo jurídico que rodean al líder histórico debe ser consciente de la realidad que impera y hacerle notar que su sueño sucede a la inversa de Segismundo , siendo este vaticinado en los sueños de su padre como un tirano, encerrándole desde pequeño, para evitar el final de su nación y, al arrepentirse, buscando su redención, mediante su fiel Clotaldo, le revela la verdad de que es el príncipe de Polonia y al verse embaucado, Segismundo[11], actúa como los sueños de su padre lo habían previsto. Devuelto a las entrañas de su celda reflexiona y, por ende, su manera de actuar, cuando se le concede una segunda oportunidad, acontece de manera extremadamente distinta. Cosa que no aplica para con el líder histórico. Sumado a ello, todas las perspicacias que intentaron su aparato jurídico para habilitarlo como candidato, sin mencionar los delitos de los que se le acusa. Pero como escribió Balzac: “Los abogados saben legitimar las pretensiones más absurdas, las leyes tienen silogismos complacientes con los errores de la conciencia y los jueces tienen derecho a equivocarse.”[12]

Se suma a ello los embates y discrepancias bochornosas de las dos alas, suscitadas, por esta pugna interna, en el Órgano legislativo, el TCP y el TSE. Podemos rescatar una frase de Balzac en su escrito sobre Gaudissart: “Una nación que tiene sus dos Cámaras está igual de perdida que una mujer que tiende sus dos oídos. Eva y su serpiente forman el mito eterno de un suceso cotidiano que comenzó con el mundo y quizá termine con él”[13]. Se perdió el rumbo en la política boliviana, al pasar por alto la CPE, que la forma.

Sin embargo, ante la vorágine desalentadora de nuestro futuro, podemos rescatar dos actos positivos del gobierno actual. El ingreso nuestro al Mercosur y ser socios de la BRICS. Teniendo en el horizonte un nuevo liderazgo que viene desde lo profundo de Bolivia y cuya participación activa en la política es reciente, de solo cinco años. Con este liderazgo y nuestra sociedad en la BRICS, podemos reestablecer la economía boliviana. Se debe llegar a negociar con los empresarios nuevamente para que los créditos y subvenciones que les otorga el Estado, se vean reflejadas en la vuelta de divisas en la economía nacional; se debe consensuar con las empresas y cooperativas mineras para que los réditos sean para todos y no para unos pocos; se debe legitimar y legalizar el comercio interno boliviano y solo con un liderazgo fuerte, joven y con un equipo crítico y propositivo se podrá llegar a ello. No necesitamos de la gerontocracia que busca la silla presidencial para beneficio propio, tampoco debemos perder el horizonte que nos dejó las luchas de comienzos de siglo; debemos apostar por nosotros como bolivianos, por nuestra Bolivia en estos doscientos años de su historia. Una historia compleja, pero que vale la pena. Si no es así, debemos tomar el cielo por asalto.

Alejandro Lafuente Cartagena

[1] Sobre la cuestión judía.

[2] En ese sentido los horizontes no agregan nada nuevo a los mundos de la vida, sino que enfatizan un tema que estaba implícito: la historicidad, el pasado como existente, como constitutivo, del presente del mundo de la vida. La Hermenéutica como humano conocimiento. Zanotti.

[3] Sobre la cuestión judía.

[4] Ibid.

[5] Ibid.

[6] Ibid.

[7] En Bolivia no hay racismo, indios de mierda. Macusaya

[8] La Hermenéutica como el humano conocimiento. Zanotti

[9] El castillo de los destinos cruzados. Calvino

[10] Fenomenología del Espíritu. Hegel

[11] La Vida es Sueño. Calderón de la Barca.

[12] La Comedia Humana. Balzac.

[13] Ibid.

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