Chavela* la guerrillera del amor cristiano y la revolución socialista

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La Chave nos ha dejado después de un periodo de decaimiento físico que supo administrarlo con la dignidad que siempre tuvo. Y su dignidad es lo primero que quiero resaltar de la Chave.  Porque la dignidad no es un cartel que se coloca como un anuncio, son actos permanentes que hacen a una conducta humana. Y en el caso de a Chave, su dignidad era congénita, la llevaba en su sangre y seguramente en cada una de sus células. En un tiempo en que hasta la dignidad se ha mercantilizado, es justo destacar ese valor en la Chave: sin duda su primera enseñanza.

Hice memoria desde cuando la conocía. En la segunda mitad de los años 70. En la dictadura de Banzer. Tiempos en que la Iglesia vivía los sacudones del Concilio Vaticano II y la histórica reunión y manifiesto de Medellín, que dieron paso a las comunidades eclesiales de base y la iglesia de los pobres y en esa línea consolidaron la corriente de la teología de la liberación: La del Cristo histórico, la del Jesucristo libertador. Leonardo Boff, Gutierrez, Helder Cámara cobraban histórica altura

Si algo te caracterizaba Chave en esa época, era tu activismo que a veces te ponía en verdadero riesgo, que lo admitías, pero tu compromiso era más grande que tu temor. Debajo del poncho, de una chuspa, salían comunicados, análisis de coyuntura, noticias de la resistencia. Y todos eran documentos de iglesia. Si de la Iglesia católica, que ya por entonces había trazado lazos con los metodistas y luteranos con quienes también se conspiraba contra la opresión y la injusticia de una dictadura. Y con ella supe que había monjas y curas norteamericanos comprometidos con los pobres bolivianos, que hasta fueron torturados y expulsados y que alguno había llegado a ser obispo.

Quienes militábamos en la izquierda podíamos dialogar, intercambiar información y empezar a construir afectos con esa iglesia de los pobres. Así fue que se tejió la amistad que hasta hoy nos une. No era raro por entonces, en dictadura, encontrarnos dejando comunicados de prensa en la puerta de las radios. Tú, los tuyos, nosotros los nuestros. Lenguajes distintos y formas diferentes, pero con un denominador común: la liberación de los oprimidos, la construcción de una sociedad justa, el hombre (mujer) nuevo. Me vienen nombres como Pepe Suvirats, Lucho Espinal, Xavier Albó, Jimy Zalles, tus amigos, quienes como tu eran también íconos de la iglesia preñada de pueblo.

Aquí cabe destacar la segunda cualidad de la Chave: su constancia y perseverancia que tenían también una alta dosis de audacia.

Años después, en la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Bolivia, encabezados por el histórico P. Julio Tumiri, volvimos a encontrarnos en tareas relacionadas a la educación popular junto Nila Heredia, un ejemplo de la resistencia a la dictadura y que hasta este día muestra su amistad invariable contigo.  Eran tiempos de la Revolución Sandinista, en la que encontraste la realización de tu sentido de vida:  Jesucristo el liberador y Sandino habían producido juntos un potente coctel revolucionario. Juntos eran imbatibles en un pueblo como el nicaragüense, pedacito de la Patria Grande.  Me vienen a la memoria las canciones de Carlos Mejía Godoy que solíamos compartir. El triunfo de la Nicaragua, Nicaraguita y el evangelio de Solentiname y los poemas de Ernesto Cardenal, alguien que igual que tú, borró las fronteras entre cristianismo y revolución. ¿Te acuerdas de “La montaña es algo más que una inmensa estepa verde” del comandante Omar Cabezas, que alguna vez compartimos? ¿Y los poemas de Roque Dalton? Y ojo, la sandinista fue una revolución armada, pero cuyas balas estaban cargadas de amor revolucionario, mas letales que el cobre de las balas del FAL que los de Palacaguina enseñaban a armar y desarmar mediante canciones populares.

Aquí una tercera referencia a tus valores: tu consecuencia con una causa, que debería ser la mejor herencia que nos dejas.

Pasó el tiempo y tu militancia internacionalista siempre estuvo presente: las movilizaciones contra el bloqueo a Cuba, los cinco héroes y su liberación, las luchas del pueblo palestino, la revolución bolivariana y el comandante Chávez, siempre nos permitieron encontrarnos pues tu amor por la humanidad no tenía fronteras y siempre estabas presente cuando había que gritar ante el mundo, el apoyo hacia esos pueblos.

Fuiste y seguirás siendo internacionalista, en el sentido más cercano al guevarismo, siendo este otro de tus valores dignos a seguir como ejemplo.

La Comisión de la Verdad fue el último espacio que compartimos. Hoy, a los años, te veo llegar, cansada de subir las gradas, con tu paraguas como bastón, pero con todo el interés de saber cómo y cuánto habíamos avanzado, los logros, los retrocesos, las trabas que no faltaban para impedir trabajar en mejores condiciones. Siempre revisando documentos. Cotejando listas. Nila, Edgar, Teodoro y tú, los comisionados, no solo fueron la dirección política del trabajo del equipo técnico, sino también la memoria, la historia parlante de sucesos sobre los que ustedes ayudaban a focalizar para la investigación. Tu trabajo es el informe final y toda la documentación entregada a la Asamblea Plurinacional.

Y esa es tu quinta enseñanza: no perder la memoria histórica, no olvidarnos del pasado y de nuestros mártires y héroes de la liberación nacional.

Pero más allá de la personalidad revolucionaria que reflejabas, que emanaba de tu ética y estética, quiero también referirme a la amiga, a la persona que, a pesar de tener muchos problemas, siempre estaba preocupada por los problemas de los demás.

Y quiero agradecerte tu compañía en momentos de enfermedad que me tocó pasar y tu aliento permanente para superarlos. Por eso a ti y mis Comisionados les deberé eterna gratitud por su muestra de amistad en las buenas y en las malas.

Gracias Chave por tu amistad, tu calidad de compañera, por tus ejemplos y cualidades que siempre estuvieron presentes a lo largo de tu vida. Te extrañaremos físicamente, ya no nos sentaremos en los banquitos de tu cocina a tomar un té, pero te llevaremos siempre adelante, como un estandarte y ejemplo del amor cristiano y la consecuencia revolucionaria.

Cuando el socialismo triunfe y el pueblo sea poder, tu imagen, seguro acompañará los logros que seguro, ya están por llegar.

¡¡Hasta la victoria!!

¡¡Siempre!!

*Escribo Chavela con v, porque es v de victoria.

Fernando Rodríguez U.

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